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El espectacular relieve de estas sierras, resultado de la interacción del clima, la naturaleza del substrato y la acción de las aguas corrientes, como más destacados, es una de las señas de identidad de este espacio protegido. En esencia, el Parque comprende la cabecera del río Castril, enmarcada, según un eje principal de orientación NNE, por la Sierra de Castril, en sentido estricto, al Oeste, y la Sierra Seca, al Este.Desde el punto de vista geológico, se sitúa sobre el contacto de las llamadas Zonas Prebética y Subbética, ambas pertenecientes a las Zonas Externas de las Cordilleras Béticas. Entre los materiales litológicos presentes predominan los de tipo carbonatado, especialmente calizas y dolomías, con intercalaciones de margas. El río discurre sobre un profundo valle constituido sobre un sinclinal, de margas blancas, cuyo eje coincide con el trazado fluvial, y que se desarrolla en unos 11 Km. de longitud por 1 a 2 Km. de anchura. El contraste litológico de las margas con los materiales carbonatados, que constituyen los flancos del sinclinal, hace que la erosión diferencial haya permitido un profundo encajamiento del río, con laderas que aparecen formadas por capas subverticales de calizas y desniveles de hasta 400 m. Estas capas aparecen disectadas por la red fluvial que confluye al río Castril, con estrechísimas gargantas que terminan en saltos de agua de gran belleza. Esta singular geomorfología del valle del Castril le hacen acreditativo de su catalogación como Punto de Interés Geológico. Por su parte, la Sierra Seca, que es la divisoria de las cuencas y vertientes de los ríos Castril y Guardal, no es abrupta, sino que aparece suavizada debido a la antigüedad del relieve, y se dispone en lomas y collados alineados a cotas ligeramente superiores a los 2.000 m. Sus laderas salvan, así, desniveles del orden de los 1.000 m, con pendientes medias del 15 % en el flanco oriental, y superiores al 45 % en el occidental, hacia el interior del Parque Natural.

El modelado cárstico se encuentra especialmente desarrollado en estas sierras debido a la gran magnitud de las masas de rocas carbonatadas (calizas y dolomías) que en ellas se presentan. Este modelado se manifiesta en las numerosas formas cársticas (uvalas, dolinas, lapiaces, simas, grutas, galerías, etc.) que se encuentran con gran variedad y profusión en la cabecera del río Castril. La existencia de esta morfología tiene especial importancia ya que es precisamente a través de las fuentes y manantiales como se forman las principales corrientes de agua, a las que el carácter cárstico imprime un régimen fluvial particular. Las dolinas se hallan muy desarrolladas y con una alta densidad entre los 1.700 y 1.900 metros en Sierra Seca. En cuanto a las simas, merece reseñarse la "Cueva del Muerto" en Sierra Seca, con varias salas que muestran estalactitas y estalagmitas muy vistosas. Sin embargo, es las cuerdas occidentales, en la Sierra de Castril, donde se encuentra la cueva de mayores dimensiones dentro del conjunto de las sierras del nordeste de Granada, la "Cueva de don Fernando". Esta cueva, con numerosas galerías y salas de gran belleza, como la "Sala de la Colada", ha sido objeto de numerosas exploraciones, habiéndose alcanzado, hasta el momento, una profundidad de 241 metros y un desarrollo de exploración superior a los 2.500 metros, lo que la convierte en la primera cueva en longitud y profundidad de la provincia de Granada y la segunda de Andalucía.

Sobre su abrupta topografía, crece una vegetación dominada, en las zonas bajas, por especies del género Quercus, encina fundamentalmente, y por masas de pino carrasco, las cuales son sustituidas por quejigos, fresnos y arces en las áreas más húmedas. En las partes altas de la sierra, es el pino salgareño el predominante el cual, a su vez, deja paso a la sabina rastrera y a las comunidades de tipo almohadillado-espinoso o piornales en las crestas y roquedos. Completa esta vegetación la presencia de un denso matorral de tipo mediterráneo y de interesantes endemismos botánicos de muy reducida distribución.

Gracias a la variedad de ambientes de estas sierras, la fauna adquiere también una notable diversidad, destacando la población de buitre leonado, que encuentra aquí el límite sur-oriental de la Península Ibérica. Otras especies de interés son la cabra montés, el muflón, el gamo, el jabalí, el lince, el gato montés o la garduña, entre los vertebrados terrestres, o el águila real, el halcón peregrino o el milano negro, entre las aves.

Sin duda, es el ambiente fluvial el de mayor riqueza y grado de naturalidad gracias a la constancia, abundancia y transparencia de las aguas del río Castril. Buena muestra de ello es la presencia habitual de especies significativamente asociadas a ecosistemas riparios en buen estado de conservación como son el martín pescador, el mirlo acuático, la garza real o la nutria. Casi todas ellas tienen en la trucha común, de una pureza genética intacta merced a la inexistencia de repoblación artificial alguna hasta la fecha, una fuente de alimentación inagotable. El carácter excepcional de este río destaca aún más si se enmarca su localización en el contexto subdesértico del inmediato Altiplano de Baza-Huéscar que se extiende hacia el sur, desde la zona basal de estas sierras.