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EL SEÑOR DE LA TIERRAS ALTAS |
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LOBOS | Una muerte absurda | La Campiña Salvaje | Todos por la Mar | Las orcas vuelven al estrecho. | Águila Imperial | El Cazador Solitario y rodaje del gran rojo |
Nos llega una noticia increíble desde el este de África, concretamente desde la Reserva Nacional de Samburu, en Kenya.
Mientras
los guardas de esta zona protegida hacían su ronda habitual de vigilancia el
pasado día 11 de enero de 2003, descubrieron a una vieja leona llamada Larsen,
paseando tranquilamente con una cría de órix.
Los
guardas no daban crédito a sus ojos porque los órix son antílopes que
normalmente forman parte de la dieta de los leones.
La leona Larsen, sin embargo, se comporta con el joven antílope como si se tratara de su propio hijo, cuidándolo y protegiéndolo en todo momento. Turistas, biólogos y población local se encuentran confusos ante la extraña pareja.
El Jefe de la Reserva de Samburu, Mr. James Lusyai, asegura que la cría de órix no podría volver con su madre porque lleva demasiado tiempo en compañía de la leona, y ya no reconoce a los suyos como tales.
Lo cierto es que esta misma leona adoptó a otro órix en enero del año pasado. Ambos se pasearon por Samburu durante más de dos semanas , hasta que fueron a beber a una charca dentro del territorio de otra manada. Allí fueron sorprendidos por un gran león macho que les atacó. A pesar de que la madre adoptiva lo defendió con valor, el pequeño órix murió en las fauces del gran macho.
Este año la leona solitaria ha adoptado un nuevo hijo, y todavía no sabemos cómo acabará esta historia. Su relación será difícil debido a sus diferentes estilos de vida. Los órix comen hierba durante casi todo el día, mientras los leones duermen. De momento los guardas los vigilan día y noche temiendo por el estado de inanición del pequeño antílope, al que su madre, por mucho que le quiera, no puede enseñarle a buscar los buenos pastos porque es carnívora.
Lo más cercano a una explicación científica es que la leona no puede tener hijos propios, y su instinto maternal se dispara al ver los grandes ojos de las crías de otras especies. Todas las crías de los mamíferos (incluido el humano) poseen una característica configuración de sus caras y cráneos, destinada a provocar ternura en los adultos. Se trata de una técnica que la evolución ha favorecido para evitar que los pequeños sean atacados por otros adultos que no sean sus progenitores. Todos los cachorros mamíferos tienen un cráneo grande comparado con el cuerpo, y destacan en su expresión unos grandes ojos y una boca pequeña. Esta extraña combinación de factores es una señal para todo adulto mamífero (incluso de otra especie), significa: “Soy pequeño, débil y no debes hacerme daño”.
La prueba la tenemos si mostramos a una persona varias fotografías de animales que nunca halla visto antes, mezclando crías y adultos. A pesar de no saber ni cómo se llama el animal, sabrá distinguir en un 99% de los casos cual es adulto y cuál es cachorro.
Este sistema funciona especialmente bien en el caso de las hembras, pues se suma a su instinto maternal más o menos latente. La mayoría de las mujeres no pueden resistir la mirada de un bebé aunque sea un desconocido por la calle, sin, cuando menos, sonreír y sentir unas ganas irreprimibles de abrazarlo.
Gracias a esa expresión facial propia de los cachorros de mamífero, se han dado multitud de casos de adopción entre especies diferentes, incluyendo casos documentados de bebés humanos adoptados por hembras de lobo, leopardo y chimpancé. El mito de Tarzán, por tanto, tiene su origen en hechos reales ocurridos casi siempre en la India y África. Algunos de estos “niños salvajes” han sido encontrados con edades avanzadas (10-11 años) en perfecto estado de salud física, pero creyendo que eran de la especie que les adoptó.
Puede que Larsen , la leona, nos esté dando más de una lección, en un mundo cada vez más globalizado y predecible. Quizá nos esté demostrando que el amor lo puede todo, algo que alguien predicó hace 2003 años.