Los humildes y verdaderos intérpretes y protagonistas de una forma de vida y economía verdaderamente sostenibles. En sus propias palabras, de "un mundo que agoniza". Y con esa forma de vida, ya casi definitivamente arrumbada, un tesoro de palabras. Palabras que, como la Vida de nuestro gran escritor, se han de perder para siempre. Junto con nuestra gratitud y admiración, descanse en paz el escritor, el periodista, el humanista, el cazador. Nace Miguel Delibes en Valladolid, capital de la
comunidad autónoma de Castilla y León, el 17 de octubre
de 1920. El apellido Delibes proviene, no obstante, de
Toulouse (Francia), ya que su abuelo paterno, Frédéric
Delibes Roux -emparentado lejanamente con el compositor
Léo Delibes- se asienta en España en 1860, adonde emigra
para participar en la construcción de una línea de
ferrocarril en la provincia de Santander. En uno de sus
pueblos, Molledo-Portolín -escenario luego de una de las
primeras novelas delibeanas, “El camino”-, se casa con
Saturnina Cortés, y con los años traslada el matrimonio
su residencia a Valladolid.
Miguel Delibes es nombrado subdirector de “El Norte de
Castilla” en 1952 y director en 1958. Emprende una serie
de campañas en favor del medio rural castellano y ello
le lleva a enfrentarse con el régimen y la censura
reinantes, viéndose obligado a dimitir de su cargo en
1963. Pero no ceja por eso en su denuncia de la
postración de Castilla y, cuando no puede hacerlo desde
el periódico, lo hace desde la narrativa. Nace así su
novela “Las ratas” (1962), verdadera epopeya novelada de
la tragedia del campo castellano.
En
1973, con más de veinte libros publicados y varios
premios en su haber, Miguel Delibes es elegido miembro
de la Real Academia de la Lengua, ocupando el sillón e
minúscula. La toma de posesión tiene lugar el 25 de mayo
de 1975, y su discurso versa sobre “El sentido del
progreso desde mi obra”.
Llegan también para Miguel Delibes los reconocimientos y
los premios: el Príncipe de Asturias, en 1982; el premio
de las Letras de Castilla y León, en 1984; el de las
Letras Españolas, en 1991; y dos años más tarde, en
1993, el premio Cervantes, el más prestigioso galardón
para escritores de habla hispana. Su discurso de
aceptación del premio ha sido considerado como uno de
los más bellos y profundos de cuantos se hayan
pronunciado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá
de Henares. Y aun cuando en él parece dar a entender
Miguel Delibes que da por clausurada su creación
literaria, cinco años más tarde, en 1998, publica la que
puede considerarse su novela más ambiciosa e incluso su
obra cumbre: “El hereje”, un alegato en favor de la
libertad de conciencia. La novela se desarrolla en el
Valladolid del siglo XVI, y “a Valladolid, mi ciudad”
dedica Delibes el libro. Ciudad donde nació y donde ha
vivido siempre porque, como él mismo ha repetido, “soy
como un árbol, que crece donde lo plantan”.
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